Seamos rentables con nuestro corazón
Quedando sólo un mes para terminar el año, los invito a detenerse con una actitud reflexiva, para poder analizar lo que ha sido el trabajo este año para cada uno, como instrumento para la realización personal y el consiguiente alcance de la felicidad.
Nuestro análisis debe basarse en las relaciones interpersonales al interior de la compañía. Es evidente que una de las formas en que las relaciones laborales se mejoran es fomentando que las personas ganen en calidad de vida dentro de su puesto de trabajo. Así se genera el círculo virtuoso, la gente está contenta por las condiciones flexibles con que trabaja y esta felicidad la proyecta, aportando al clima laboral.
Por otro lado, si ganan las personas, las empresas también. La felicidad es rentable en términos empresariales, porque las compañías -que son comunidades de aprendizaje basadas en el talento- fomentan la felicidad y, como son más productivas y eficientes, obtienen mejores resultados. Y cuando hablo de aprendizaje me refiero a que los trabajadores –y principalmente los líderes- tienen que aprender de los otros y a su vez enseñar a aprender. También tiene que existir la capacidad de admiración para descubrir oportunidades donde otros tan sólo ven problemas, para reconocer las habilidades de la gente que uno dirige o con la que uno trabaja en equipo.
Veamos bien dónde estamos poniendo nuestras prioridades como seres humanos sensibles que somos. Trabajamos con personas, no con meros recursos y eso significa plantearse frente a nuestro equipo con apertura, generosidad, humildad, solidaridad y empatía, fomentando el desarrollo de sus talentos.
Estamos de paso en esta vida, no podemos centrarnos sólo en cosas pasajeras e insustanciales, como son el éxito, el poder, el dinero, la fama, la competencia insana, entre otras. Son placeres que se disfrazan como atractivos pero no construyen, más bien destruyen. No hay que confundir que el trabajo es un canal para desenvolvernos tanto profesional como humanamente. Hay que preocuparse de los fines, y no sólo de los medios. Un buen lema es servir para hacer feliz a los demás, porque sin amor estamos solos, como animales, sin rumbo ni norte y no generamos vínculos que son el alimento del alma.
Seamos rentables con nuestros corazones, tanto en el trabajo como en la vida personal, ésa es mi invitación, porque el amor que se forja en relaciones duraderas es inversión pura para nuestro proyecto de felicidad, Feliz Año!