Lieben und Arbeiten…
Amar y trabajar, esta apabullante síntesis fue la respuesta que Sigmund Freud dio cuando se le preguntó por qué pensaba que una persona normal debiera ser capaz de hacer bien.
Más acá de la profundidad y sencillez de esta frase, que no me corresponde analizar en su sentido más filosófico, quisiera referirme al und (y).
Esta conjunción, me gustaría pensar, es un elemento esencial de esta frase. Lo que a mí me parece es que estos son dos verbos que van unidos. Que no es que en un momento uno ame y en otro uno trabaje; la conjunción ocupada es un “y” y no un “o”. Lo que parece decir es que quizás a lo que debiéramos optar es a hacer las dos cosas a la vez, es decir trabajar mientras amamos y amar mientras trabajamos.
Todos los que somos padres o madres de familia sabemos que amar es trabajar, los que llevamos varios años con pareja hemos constatado lo mismo, la amistad también, en fin, todo vínculo profundo requiere ser construido, elaborado y re-elaborado muchas veces para mantenerse vivo y crecer. Entonces es fácil entender que es importante trabajar en el amor.
Pero y al revés. Parece que ahí somos más ciegos, parece que nos asusta incluir la palabra amor en el trabajo y nos convencemos de que negocios son negocios y lo que debe imperar es la racionalidad y el pragmatismo. Siendo importantes, a mi juicio, no son únicos, e incluir el amor en la fórmula es hoy día una obligación para mantener los equilibrios.
¿Cómo se incorpora el amor al trabajo? De todas las formas que nuestra creatividad, intuición y humanidad nos permita. De entrada podría mencionar tres. Una, es siendo apasionados, es creyendo firmemente en que nuestro trabajo contribuye a una causa mayor, o más allá de uno mismo y que se puede aportar significativamente y hacer una diferencia. Tiene que ver con tener un sueño, un anhelo de poder ser aporte en un sentido más trascendente. Una segunda, es queriendo a las personas que trabajan con uno, partiendo por el respeto y reconociéndolos como personas, con ideas, emociones, necesidades, errores y aciertos. Y tercero, y quizás la más concreta, es haciendo las cosas bien. Cuando uno hace las cosas con dedicación, con responsabilidad pero también con alegría, en ese momento irradia pasión e impulsa al desarrollo del proyecto y de los que participan en él.
Sólo para terminar y dejar temas abiertos, esta última idea me recuerda que la frase de Freud tiene un corolario: Lieben, Arbeiten und Spielen (vivir, trabajar y jugar).