Los últimos meses de cada año tienden a percibirse como el momento de mayor presión laboral, puesto que al interior de las empresas se realizan los cierres de gran parte de los procesos; se evalúan los resultados en relación con el cumplimiento de los objetivos, y de alguna manera todos aquellos objetivos que no se ha alcanzado durante el año se vuelven patentes, los plazos se estrechan, y las instancias de evaluación se vuelven inminentes. Los más expuestos a este estrés son los que tienen que cumplir métricas objetivas previamente establecidas y los que se someten a “deadlines” definidas e inamovibles.
Por lo anterior, para un adecuado manejo de estas situaciones se requiere un mix de acciones tanto a nivel individual como de empresa, de modo de mitigar el problema. Algunas de ellas son:
- Aumentar conductas de autocuidado, como el ejercicio físico, una dieta sana, cuidar las horas de sueño y evitar consumo de alcohol o cigarrillos.
- Mejorar la gestión del trabajo, es decir planificar y organizar las tareas y actividades en base a prioridades, organizar la agenda para evitar sobrecargas, distribuyendo mejor los horarios, hacer algunos descansos breves. Es especialmente útil analizar los proyectos y dividirlos en tareas más pequeñas y abordables y por último buscar apoyo en el equipo solicitando y prestando ayuda.
- Desarrollar mayor inteligencia emocional, en términos de, estar más alertas a las propias emociones y también a las de los demás, utilizar el humor y utilizar la comunicación y las relaciones en favor de resolver problemas y no crearlos.
A nivel de empresa: las organizaciones deben preocuparse por generar una cultura anti estrés, en primer lugar procurando detectar e intervenir sobre los factores estresores. Algunas soluciones a este nivel pueden ser: anticipar aquello que no es imprescindible de realizar a final de año, revisar plazos de modo que estos sean razonables para las distintas actividades y analizar los recursos necesarios para la realización de ciertos procesos, incorporando los recursos adicionales que sean necesarios. En segundo término las empresas deben procurar equilibrar las mayores exigencias con instancias de esparcimiento y autocuidado, fomentar el trabajo colaborativo y promover conductas saludables con programas dirigidos a sus colaboradores.