Para muchos la Industria Salmonera fue, es y será el motor de toda la actividad empresarial de la Décima Región. Lo que en un principio fue un sueño de visionarios empresarios, con el correr del tiempo se transformó en un importante sector económico, generador de empleo, motivador de emprendimiento y de grandes retornos.
Este sector por años, creció anualmente por sobre el país. Era destacado como un sector económico emergente, exitoso, sustentable en el tiempo, demandando un importante numero de profesionales y técnicos para diversas áreas (en momentos de auge se contrataron cerca de 54.000 empleos, directos e indirectos). El escenario del negocio reflejaba indicadores crecientes y sobrecumplimiento de todas las expectativas y proyecciones.
Nada hacía presagiar que el surgimiento o llegada de un virus que atacaba a nuestros salmones, con nombre de escasas tres letras (ISA) generaría tal descalabro, destrucción, desconcierto, pérdidas materiales y tristeza a nuestra zona. Importante es mencionar que la aparición de esta enfermedad llevó a la Industria a un tercio de su tamaño, donde se perdieron cerca de 25.000 empleos, que los estados financieros que antaño gozaban de sanos indicadores hoy se teñían de rojo en sus resultados, que la perdidas patrimoniales de las empresas no paraban, que las compañías que a todas luces querían participar como proveedores y prestadores de servicios, hoy se auto marginaban.
No existía gran tiempo para recriminaciones, ni para “llorar sobre la leche derramada”, se debía aprender de esta crisis y transformarla en una oportunidad para promover un patrón de crecimiento más sostenible, con más y mejores empleos, donde ese nuevo patrón estuviese basado en la innovación, el conocimiento, las tecnologías, la formación continua, el respeto al medio ambiente, las buenas prácticas productivas, el cuidado por los peces y la implementación de una Salmonicultura 2.0.
Los chinos utilizan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa peligro, la otra oportunidad. En una crisis se toma conciencia del peligro, pero se reconoce la oportunidad. – John Kennedy
Así es como, desde altos ejecutivos hasta el último operario, comprendieron que cada vez que sucedía algo que nos obligaba a replantear nuestro curso, nos servía para redefinir metas, objetivos, para deshacernos de aquello que ya no estaba siendo útil, y para emprender un nuevo rumbo con nuevas energías y esperanzas hacia un “proyecto futuro”.
Los actores de la Industria, sin lugar a dudas, aprendieron la lección, se atrevieron e hicieron suyos importantes cambios en la totalidad de sus procesos productivos, aceptaron adaptarse a una serie de controles y protocolos de bioseguridad, tuvieron el dinamismo para implementar medidas correctivas y sacar adelante este notable sector económico.
Sus integrantes hoy muestran otro sello y otra impronta, se aprecia claras señales de estar en una franca recuperación, sus números y resultados así lo demuestran, se ha recuperado las pérdidas patrimoniales, se ha vuelto a los niveles de empleo precrisis, retornando el optimismo, la confianza y motivación en forma transversal a todos los actores de esta importante Industria. Pero, cabe preguntarnos ¿Por qué esperar una crisis para replantear lo que estamos haciendo, exponiéndonos al peligro que esto implica? La gestión de procesos debe ser considerada siempre en el desarrollo de cualquier negocio, ignorarla puede ser suicida.
Febrero, 2012
Carmen María Detmer, Directora de Negocios – Puerto Montt