La realidad de muchas empresas en Chile es que los ejecutivos no van felices a trabajar. Las empresas están formadas por personas, por tanto si hay un descontento mayoritario, hay un tremendo desafío en la gestión de talentos, puesto que una empresa triste, es una empresa enferma.
Se hace necesario el desarrollo de un marketing interno, para intentar persuadir a las personas de que en su empresa pueden encontrar una proyección personal y profesional, ganando buena calidad de vida.
La importancia de este tema radica en que la empresa ya no se puede juzgar como un simple lugar de trabajo. Ésta se ha convertido en el espacio de convivencia más importante de la mayoría de hombres y mujeres. De hecho, en una jornada actual típica, se dedica más tiempo a los compañeros de trabajo que a la familia, las amistades o, incluso, a uno mismo. En tal contexto, abordar la gestión de las personas que trabajan en la empresa se convierte más en un ejercicio psicosocial que empresarial.
Observando en las personas que trabajan en una organización las cinco emociones universales (tristeza, alegría, furia, miedo y asco), se podría detectar la salud empresarial de nuestro país. Con una lectura muy superficial, se puede deducir que las cosas no marchan muy bien. La única emoción universal que es difícil encontrar en la realidad empresarial es la alegría. Lo colaboradores no van contentos a trabajar. Y cuando se les pregunta si es feliz o siente amor, contestan que eso no forma parte del trabajo. Entonces la cuestión es: si no se ama lo que se hace en el trabajo y se sacan los afectos fuera de la empresa, ¿Qué se puede ofrecer que no haga una máquina?
El objetivo sería lograr que las personas firmaran un contrato emocional voluntario con la empresa; que libremente escogieran trabajar y esforzarse en una actividad que les satisficiera. Un uso responsable y honesto del marketing interno incluiría elementos de persuasión, para que las personas vean la empresa no sólo como un lugar bueno para trabajar y producir, sino como un espacio donde puedan crear, convivir y expresar emociones con otras personas iguales que ellas.
Los expertos dicen que una organización inteligente es aquella que consigue que un grupo de personas, tal vez no extraordinarias, pueda hacer cosas extraordinarias por el simple modo en que se relacionan entre sí. Ridderstrale y Nordstrom añadirían que los directivos necesitan recordar que la mayor parte de las personas no dejan a las empresas, sino a sus jefes. Así pues, si las personas aman o abominan a otros individuos, no a las empresas, entonces ¿será cuestión de enamorarse para que el mundo de la empresa vaya mejor?
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