Las empresas tanto de productos como de servicios, tienen como principal fin ser productivas. Es cierto. Pero es muy importante no perder de vista el hecho que cada colaborador esté informado de cómo impacta en dicha productividad. Y ese crecimiento, que se traduce en ganancias, genera un crecimiento profesional significativo en quienes están aportando y están conscientes de su impacto en las utilidades finales de la compañía. Pero el crecimiento de la empresa y de la organización, no puede traducirse sólo en números. No somos meras máquinas, somos seres humanos y necesitamos trascender, lo cual se logra dándole un sentido a nuestro trabajo. Hay muchas formas, una concreta es a partir de acciones de Responsabilidad Social Empresarial, RSE, a través del voluntariado.
Está empíricamente comprobado que esto genera frutos en las organizaciones, fomenta el involucramiento de los colaboradores con la empresa, se generan instancias extra laborales donde se forman equipos entre personas que a veces ni se conocen, se potencian habilidades blandas, y traen una felicidad de retorno indudable para cada uno. Por otra parte, para el colaborador el hecho que su empresa esté aportando a la sociedad lo vincula más, porque se siente orgulloso y parte de dicha misión, la que transmite espontáneamente.
Como empresa tenemos la opción de salir de la zona cómoda, de jugárnosla como organización por ser protagonistas de la solidaridad, de no mantenernos indiferentes ante el sufrimiento o necesidades de otros, porque la vida transcurre, los hechos suceden, y finalmente, ¿qué dejamos? Si queremos dejar huella, formemos organizaciones activas, con conciencia social, que con determinación y generosidad afirmen “me la juego” y lo concreticen.
Agosto 2013