En nuestra experiencia liderando Búsquedas, Evaluaciones y programas de Onboarding para nuestros clientes este es un tema relevante y muy presente. De esto, hemos aprendido que los principales beneficios observados tanto por las empresas, como por los colaboradores, son la flexibilidad que el teletrabajo brinda para compatibilizar la vida personal con los objetivos laborales, siendo este el factor más apreciado por los colaboradores. A ello se suma la posibilidad de contratar personas que no viven en la ciudad o país en que se encuentran las oficinas de las empresas.
También surge como aspecto positivo el mejor aprovechamiento del tiempo por reducción de traslados, así como el ahorro de costos para las empresas en relación al arriendo y mantención de grandes superficies de oficinas.
No obstante, también existen efectos negativos del teletrabajo, los más importantes se relacionan a la menor coordinación de los equipos de trabajo, la pérdida de cohesión, la dificultad para imprimir valores, cultura corporativa y la sensación de aislamiento. También dificulta la supervisión, y en algunos casos, ha incidido en una menor productividad, especialmente para personas que no están acostumbradas a auto administrar su jornada laboral. Otro aspecto relevante, paradójicamente, ha tenido que ver con la dificultad de conciliar las necesidades del hogar con las tareas del trabajo, aumentando los niveles de estrés.
Como podemos ver, no hay una sola respuesta para este dilema, y cada empresa deberá analizar su realidad particular y decidir cuál modalidad es la más conveniente para sus procesos de negocio y para sus colaboradores, y así, abrir puertas a futuros roles que tengan que ver con la evolución de sus necesidades. En modelos presenciales, híbridos o remotos, el foco debe estar en hacer esfuerzos y generar iniciativas que mantengan la cohesión y el engagement.