Virtudes de la mente agregan valor
El asegurar altos resultados en la compañía o crear valor a largo plazo en una organización, no está únicamente relacionado con la tan popularmente valorada inteligencia lógico-matemática.
Ampliamente conocido y popular es el concepto de “inteligencia emocional”, que ideara Daniel Goleman en 1995, al punto que ya es parte de los lugares comunes al hablar de inteligencia.
Ahora, en materia de inteligencia como factor de competitividad, el asunto no es echar a competir los distintos tipos que se distinguen, sino más bien identificar las combinatorias más exitosas entre éstas.
Rodolfo Sommer, gerente general de la empresa de Head Hunting Sommergroup®, agrega que el buen desempeño ejecutivo no depende exclusivamente de la intensidad o tipo de inteligencia de cada quien, pues los cambios en las variables de contexto suelen poner a prueba esquemas de inteligencia que han sido exitosos.
“Se configuran escenarios que van exigiendo ciertas competencias por sobre otras. Por ejemplo, una empresa que está en una industria en pleno desarrollo y que es altamente competitiva va a necesitar de ciertas características, como la visión de mercado o la agilidad estratégica, lo que se vincula mucho con la imaginación, siendo esto distinto a una compañía que se encuentra en una industria donde el negocio es mucho más maduro, y que la relación con los clientes es distinta, en la que puede primar más la inteligencia interpersonal”, explica Rodolfo Sommer.
Hoy, frente a escenarios crecientemente complejos y multivariables, se vuelve a valorar a quienes son capaces de hacer síntesis y comprender los problemas de manera integral.
Así, es deseable que un CEO al menos posea inteligencia interpersonal para potenciar su liderazgo, altas dosis de intuición de mercado para así proyectar el futuro. A eso se suma la imaginación para visionar cómo transformar la empresa.
Por su lado, un gerente de marketing debe ser bastante sensible a las tendencias del mercado, por lo que se debe presentar altos grados de empatía para comprender las necesidades y motivaciones de consumo de sus clientes, como también capacidad de análisis de todos los elementos en juego y capacidad para comunicar en forma creativa y convincente.
El perfil de un gerente de finanzas debe ser más analítico, para interpretar hábilmente información y usarla para tomar decisiones o proponer cursos de acción.
El gerente de recursos humanos, por su parte, necesita vincular a las personas que trabajan en la empresa con el negocio. Rodolfo Sommer plantea que “esto se logra implementando acciones para que el capital humano sea un motor de desarrollo”. Por último, facilitar comportamientos que generen valor al negocio y a las personas, propiciar un clima de desarrollo e identificar y empoderar un cuadro de talentos son claves para asegurar las necesidades presentes y futuras de la organización. Este rol implica por ende altas dosis de inteligencia emocional e interpersonal para conectar personas con personas y personas con proyectos.
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