El invierno este año en Europa se viene crudo, más que por las bajas temperaturas, por los vientos de incertidumbre que reinan en el ámbito económico. Pero la incertidumbre es, en mi opinión, no sólo la tónica económica en Europa, es más bien una forma de andar por la vida de todos los que deambulamos en este siglo XXI.
La incertidumbre es una compañera constante cuando nos relacionamos con el mundo de hoy: en la economía, en el trabajo, en las relaciones, con la naturaleza, el ámbito personal, etc. Ejemplos hay muchos, como el calentamiento global y el cambio climático, o la crisis energética; o a escala personal, con el sentido de la vida, el desarrollo de la empleabilidad o la inestabilidad en alguna relación significativa.
La incertidumbre se genera por falta de certeza o duda respecto de cómo se va a comportar algún fenómeno u objeto. Es decir, no somos capaces de predecir desde una lógica de causa-efecto qué va a pasar. No es un tema de acceso a información (a veces el exceso de información es tan complejo como la falta de la misma), el problema radica en que no podemos anticipar como se va comportar el escenario, el objeto o la persona que nos afecta. Esa “impredicitibilidad” genera incertidumbre y una sensación de falta de control; lo que, básicamente, genera angustia, mucha angustia.
La angustia paraliza, enferma o te hace escapar, acciones que no resultan de gran auxilio cuando tenemos que lidiar de forma más permanente con algo, y ya que la incertidumbre no es eliminable, de hecho el principio de incertidumbre de Heisenberg así lo afirma, tenemos un verdadero problema entre manos. Si no la podemos evitar o eliminar y si tampoco la podemos ignorar, ¿qué hacemos?
Al parecer la clave está en el punto de vista; desde donde miro este fenómeno. ¿Y si nos atrevemos a ver la incertidumbre como un mundo de oportunidades? Como la generación permanente de espacios para la creatividad, para inventar y reinventar soluciones a los problemas, grandes y pequeños (probablemente partiendo por estos últimos). Quizás, paradójicamente, aquello que nos paraliza puede ser lo mismo que nos movilice.
Deepak Chopra dice que “En la incertidumbre encontraremos la libertad para crear cualquier cosa que deseemos.” Me parece que la invitación es excitante, y me anima a mirar el 2012 con optimismo y con ilusión.