Columna de María Andrea Fuenzalida
Londres 2012
Carnaval de Talentos
Durante el último mes, tuvimos la suerte de vivir otra vez la gran fiesta mundial del deporte, esta vez brillantemente organizada por la genialidad y rigurosidad británica. Quedarán en nuestra memoria esas maravillosas postales de la ciudad, la infraestructura especialmente diseñada y el espectáculo artístico que dieron un excelente inicio y cierre a este mega evento. Y todo este marco sirvió como escenario perfecto para hacer relucir los talentos de los mejores deportistas del mundo, tanto así que se batieron más records mundiales que en los Juegos Olímpicos de Beijing.
Aunque no me destaco por ser una persona deportista, personalmente en esos días mis horas de sueño sufrieron una disminución notable, ansiosa esperando el resumen de la jornada en esos “geniales” horarios definidos dentro de la programación de los canales de televisión nacionales. Parece que los ejecutivos de los canales no piensan como yo respecto a la maravillosa oportunidad de ver a personas tremendamente talentosas, que dejaron todo en la cancha y que, si bien se prepararon durante 4 y más años para volver a sus casas con una medalla al cuello, demostraron un gran espíritu deportivo, incluso frente a sus rivales. Todos, menos algunas excepciones como las jugadoras de badminton que quisieron buscar el camino fácil para llegar a la final, pero no dejemos que esa vergonzosa jornada arruine unos grandiosos juegos.
¿Y quiénes ganaron estos Juegos Olímpicos? Países con una gran trayectoria deportiva, que tienen políticas estatales definidas para fomentar el desarrollo de sus representantes deportivos, cuya estrategia consiste en la detección precoz del potencial de los deportistas y que generan planes de desarrollo para éstos con el fin de maximizar su potencial. No debe sorprendernos que los records mundiales sigan siendo superados, y esto no necesariamente obedece a capacidades y configuración física de esas personas –de hecho, los seres humanos hemos conservado nuestra base genética-, sino a que la preparación de los deportistas es integral, temprana y específica, y constantemente se sigue perfeccionando. ¿Quiénes no obtuvieron medallas? Países cuyas políticas deportivas ofrecen recursos sólo a aquellos deportistas que ya han conseguido marcas competitivas. En pocas palabras, deportistas que se han consolidado por sus propios medios, que son escasos y en quienes las medidas que adoptemos tienen un menor impacto en su rendimiento por su nivel de madurez. De ahí nuestra ausencia en el medallero, nos falta redefinir nuestra estrategia, con visión de futuro.
Qué distinto sería si las empresas adoptaran la estrategia de países como Estados Unidos, China o Rusia en la gestión de personas. Tendemos a invertir en quienes tienen el mayor expertise y tomamos decisiones en base al desempeño de éstos. Con este enfoque, su desarrollo de carrera es limitado y nos quedamos con una “selección de deportistas” reducida, de la cual algunos se lesionarán o se retirarán y nos dejan pocas alternativas para elegir a los futuros líderes de la organización. Podríamos aprender de los Juegos Olímpicos y utilizar herramientas para detectar tempranamente a nuestros altos potenciales, identificar destrezas y brechas, y construir planes de desarrollo acorde a sus potencialidades e intereses. Definitivamente necesitamos un cambio de enfoque, esperemos que estos maravillosos Juegos Olímpicos nos dejen una enseñanza de cómo gestionar talentos y no sólo las memorables imágenes que nos regalaron. ¡Vamos en busca del oro!.
María Andrea Fuenzalida U.
Director de Identificación de Altos Potenciales