¿Vivo mi vida por “diseño” o la vivo por “defecto”?

Columna de Paulina del Río

¿Vivo mi vida por “diseño” o la vivo por “defecto”?

pdelrio 24 5 13Esta es una pregunta que me he planteado varias veces. Al principio la resistía pensando que vivirla por diseño tenía un toque de soberbia y cierta omnipotencia, ya que claramente había elementos que no dependían de mí. Luego intuí que detrás de esta pregunta había un elemento atractivo y desafiante. Hoy, siento y vivencio, que la opción de vivir la vida por diseño empodera y abre muchas posibilidades.

En mi trabajo lo veo a diario en los resultados que generan las personas con quienes interactúo. Hoy soy parte de un equipo que desarrollamos programas de Onboarding. ¿Qué es eso? Lo hemos definido como procesos de acompañamiento a ejecutivos en transición (para los primeros tres meses), ya sea por la incorporación a una empresa o por una promoción interna, a fin de que se integre a la cultura organizacional y se valide en su rol. A título personal ha sido una experiencia apasionante que veo toma cada vez más fuerza en nuestro país. De cada proceso de Onboarding, el aprendizaje para todos los que estuvimos involucrados ha sido muy potente.

Te pregunto ¿cómo ha sido tu experiencia en procesos de incorporación a una empresa? Haz memoria. Es probable que te hayas sentido como quien va a tomar un avión o un autobús por primera vez, es decir, que vas recibiendo instrucciones por dónde pasar, qué documentos presentar, qué fichas completar, dónde dejar las maletas, dónde está tu asiento… en fin, vas paso a paso. En cierta forma, con un rol pasivo, como si te tomaran de la mano.

En algunas empresas sucede un poco de lo mismo. Al menos los primeros días. Te reciben, escuchas una charla de inducción, te presentan con el equipo y tienes un programa de las primeras reuniones. Eso apoya y orienta. La pregunta ahora es ¿y cómo sigues después? Para muchos la respuesta es “Bienvenido, qué bueno que te integras a la empresa, te estábamos esperando, hay mucho por hacer, toma este proyecto, y ah! te sugiero que aprendas rápido!”

La diferencia entre quienes he visto generar positivos resultados de los que no, está justamente en esta distinción de vivir por diseño versus vivir por defecto.

Desde mi mirada, vivir por defecto implica estar más cerca del polo de la pasividad. He escuchado afirmaciones como “Llegué a este trabajo porque fue la oportunidad que se me presentó”, “ya no podía estar más tiempo sin trabajo porque se podría ver mal en mi currículum” y “tomé esta opción porque quería salir de mi trabajo anterior ya que no me gustaba mi jefe”.

Vivir por defecto implica que esperas a que llegue el primer día en tu nuevo trabajo para saber cuál será tu equipo, tu oficina, tu mensaje de entrada. Incluso tu propósito personal. Además, desde una zona de confort, crees que la forma en que operaste en el pasado, de seguro te servirá para el futuro.

Vivir por diseño, en otro extremo del continuo, implica tomar acción y ser protagonista. Haciendo la analogía a la conducción de un vehículo, aprendes de la experiencia mirando tu pasado como apoyo y punto de referencia, como quien mira por el espejo retrovisor. Te focalizas en el presente, estando atento a las señales del tránsito, y en el futuro planificando y visualizando la ruta a seguir.

Cuando ingresas a una empresa desde “el diseño” te respondes espontáneamente preguntas como, ¿Qué quiero crear?, ¿cuál es mi plan para lograr eso?, ¿cuál es mi compromiso para lograr eso? En este contexto he escuchado respuestas tales como “este es un trabajo que siempre soñé!”, “me encanta este proyecto porque me permitirá generar equipos y abrir mercados y eso me apasiona!”.

También te preparas y te planteas ¿cuál será mi mensaje de entrada? Es muy distinto un “quiero apoyar, aprender con ustedes y alcanzar nuevos desafíos” versus un “vamos a hacer muchos cambios y la gente que no funciona se tendrá que retirar”. Aunque parezca obvio, algunos gerentes no miden sus palabras ni toman conciencia de las primeras señales que dan, menos del impacto que éstas pueden tener.

Cuando ingresas a una nueva empresa, te aseguras de comprender expectativas y alinear focos de trabajo. No das por supuesto lo que entendiste en el proceso de selección. Aunque parezca también obvio, no son pocos los casos, independiente del nivel de responsabilidad dentro de la organización que por no querer aparecer inseguros o desorientados, no se aseguran de generar esta conversación con sus jefaturas.

Cuando te posicionas en “diseñar” te alejas de la victimización. Te haces cargo de tu proceso y dado que no estás en resistencia quejándote de las injusticias del sistema o de las ineficiencias de la empresa, tu energía fluye y avanzas rápidamente. Sales de tu zona de confort y te “pruebas” en nuevos contextos. Sabes que lo que está por venir es un lienzo en blanco y que esa pintura será reflejo de lo que diseñaste y, finalmente, creaste.

Como buscamos en el Onboarding, ¡se trata de tener un buen inicio! Moviéndote desde la vida por defecto a la vida por diseño. Vince Lombardi, entrenador de fútbol americano dijo, “La voluntad de ganar no es tan importante como la voluntad de prepararse para ganar”. Obtener una ventaja inicial comienza con la elaboración de un plan de acción de 100 días del nuevo líder . Si no tienes un plan, estás confiando en la bondad de los demás para tu éxito. Tu carrera es demasiado importante para dejarla en manos de eso.

Ahora bien, te he planteado esto desde el rol de quien ingresa a una empresa o de quien asume una nueva posición tras ser promovido. Pero, ¿y qué pasa con la jefatura directa de esa persona? Hay jefaturas que se desentienden del proceso suponiendo que dado que se trataba de una persona exitosa en su empresa anterior, debiera irle bien en esta nueva empresa. O bien que dado que es un adulto, debe ser capaz de manejarse por sí solo. ¡Riesgosos supuestos!

Si eres la jefatura de una persona que se integra al equipo, por ejemplo, entonces TÚ eres el anfitrión y por ende, también el principal interesado en que ese nuevo ejecutivo se integre y se valide. También es este parte de tu diseño. ¿Te aseguras de generar el contexto para que la nueva persona despliegue su potencial? ¿Que sea bienvenido? ¿De explicarle por qué lo seleccionaste? ¿De mostrarle cómo relacionarse con sus stakeholders? ¿De mostrarle códigos culturales? ¿Transmitirle tu experiencia? ¿Aclarar expectativas? ¿Dar feedback oportuno? De lo contario, si eres uno de los principales interesados en este éxito, ¿para qué boicotear tus propios resultados? ¿O es que también estás viviendo por defecto? La buena noticia es que sí es posible diseñar y generar un proceso de aprendizaje constante.

Paulina del Río Reyes
Gerente de Onboarding y Consultoría SommerGroup®

Esta es una pregunta que me he planteado varias veces. Al principio la resistía pensando que vivirla por diseño tenía un toque de soberbia y cierta omnipotencia, ya que claramente había elementos que no dependían de mí. Luego intuí que detrás de esta pregunta había un elemento atractivo y desafiante. Hoy, siento y vivencio, que la opción de vivir la vida por diseño empodera y abre muchas posibilidades.

 

En mi trabajo lo veo a diario en los resultados que generan las personas con quienes interactúo. Hoy soy parte de un equipo que desarrollamos programas de Onboarding. ¿Qué es eso? Lo hemos definido como procesos de acompañamiento a ejecutivos en transición (para los primeros tres meses), ya sea por la incorporación a una empresa o por una promoción interna, a fin de que se integre a la cultura organizacional y se valide en su rol. A título personal ha sido una experiencia apasionante que veo toma cada vez más fuerza en nuestro país. De cada proceso de Onboarding, el aprendizaje para todos los que estuvimos involucrados ha sido muy potente.

 

Te pregunto ¿cómo ha sido tu experiencia en procesos de incorporación a una empresa? Haz memoria. Es probable que te hayas sentido como quien va a tomar un avión o un autobús por primera vez, es decir, que vas recibiendo instrucciones por dónde pasar, qué documentos presentar, qué fichas completar, dónde dejar las maletas, dónde está tu asiento… en fin, vas paso a paso. En cierta forma, con un rol pasivo, como si te tomaran de la mano.

 

En algunas empresas sucede un poco de lo mismo. Al menos los primeros días. Te reciben, escuchas una charla de inducción, te presentan con el equipo y tienes un programa de las primeras reuniones. Eso apoya y orienta. La pregunta ahora es ¿y cómo sigues después? Para muchos la respuesta es “Bienvenido, qué bueno que te integras a la empresa, te estábamos esperando, hay mucho por hacer, toma este proyecto, y ah! te sugiero que aprendas rápido!

 

La diferencia entre quienes he visto generar positivos resultados de los que no, está justamente en esta distinción de vivir por diseño versus vivir por defecto.

 

Desde mi mirada, vivir por defecto implica estar más cerca del polo de la pasividad. He escuchado afirmaciones como  Llegué a este trabajo porque fue la oportunidad que se me presentó”, “ya no podía estar más tiempo sin trabajo porque se podría ver mal en mi currículum” y “tomé esta opción porque quería salir de mi trabajo anterior ya que no me gustaba mi jefe”.

 

Vivir por defecto implica que esperas a que llegue el primer día en tu nuevo trabajo para saber cuál será tu equipo, tu oficina, tu mensaje de entrada. Incluso tu propósito personal. Además, desde una zona de confort, crees que la forma en que operaste en el pasado, de seguro te servirá para el futuro.

 

Vivir por diseño, en otro extremo del continuo, implica tomar acción y ser protagonista. Haciendo la analogía a la conducción de un vehículo, aprendes de la experiencia mirando tu pasado como apoyo y punto de referencia, como quien mira por el espejo retrovisor. Te focalizas en el presente, estando atento a las señales del tránsito, y en el futuro planificando y visualizando la ruta a seguir.

 

Cuando ingresas a una empresa desde “el diseño” te respondes espontáneamente preguntas como, ¿Qué quiero crear?, ¿cuál es mi plan para lograr eso?, ¿cuál es mi compromiso para lograr eso? En este contexto he escuchado respuestas tales como “este es un trabajo que siempre soñé!”, “me encanta este proyecto porque me permitirá generar equipos y abrir mercados y eso me apasiona!”.

 

También te preparas y te planteas ¿cuál será mi mensaje de entrada? Es muy distinto un “quiero apoyar, aprender con ustedes y alcanzar nuevos desafíos” versus un “vamos a hacer muchos cambios y la gente que no funciona se tendrá que retirar”. Aunque parezca obvio, algunos gerentes no miden sus palabras ni toman conciencia de las primeras señales que dan, menos del impacto que éstas pueden tener.

 

Cuando ingresas a una nueva empresa, te aseguras de comprender expectativas y alinear focos de trabajo. No das por supuesto lo que entendiste en el proceso de selección. Aunque parezca también obvio, no son pocos los casos, independiente del nivel de responsabilidad dentro de la organización que por no querer aparecer inseguros o desorientados, no se aseguran de generar esta conversación con sus jefaturas.

 

Cuando te posicionas en “diseñar” te alejas de la victimización. Te haces cargo de tu proceso y dado que no estás en resistencia quejándote de las injusticias del sistema o de las ineficiencias de la empresa, tu energía fluye y avanzas rápidamente. Sales de tu zona de confort y te “pruebas” en nuevos contextos. Sabes que lo que está por venir es un lienzo en blanco y que esa pintura será reflejo de lo que diseñaste y, finalmente, creaste.

 

Como buscamos en el Onboarding, ¡se trata de tener un buen inicio! Moviéndote desde la vida por defecto a la vida por diseño. Vince Lombardi, entrenador de fútbol americano dijo, La voluntad de ganar no es tan importante como la voluntad de prepararse para ganar“. Obtener una ventaja inicial comienza con la elaboración de un plan de acción de 100 días del nuevo líder . Si no tienes un plan, estás confiando en la bondad de los demás para tu éxito. Tu carrera es demasiado importante para dejarla en manos de eso.

 

Ahora bien, te he planteado esto desde el rol de quien ingresa a una empresa o de quien asume una nueva posición tras ser promovido. Pero, ¿y qué pasa con la jefatura directa de esa persona? Hay jefaturas que se desentienden del proceso suponiendo que dado que se trataba de una persona exitosa en su empresa anterior, debiera irle bien en esta nueva empresa. O bien que dado que es un adulto, debe ser capaz de manejarse por sí solo. ¡Riesgosos supuestos!

 

Si eres la jefatura de una persona que se integra al equipo, por ejemplo, entonces TÚ eres el anfitrión y por ende, también el principal interesado en que ese nuevo ejecutivo se integre y se valide. También es este parte de tu diseño. ¿Te aseguras de generar el contexto para que la nueva persona despliegue su potencial? ¿Que sea bienvenido? ¿De explicarle por qué lo seleccionaste? ¿De mostrarle cómo relacionarse con sus stakeholders? ¿De mostrarle códigos culturales? ¿Transmitirle tu experiencia? ¿Aclarar expectativas? ¿Dar feedback oportuno? De lo contario, si eres uno de los principales interesados en este éxito, ¿para qué boicotear tus propios resultados? ¿O es que también estás viviendo por defecto?

La buena noticia es que sí es posible diseñar y generar un proceso de aprendizaje constante.

 

Paulina del Río Reyes

Gerente de Onboarding y Consultoría SommerGroup®

 

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