Todos se rieron de Cristóbal Colón cuando dijo que el mundo era redondo Todos se rieron cuando Edison grabó sonidos Todos ellos se rieron de Wilbur y su hermano cuando dijeron que el hombre podía volar…
Las personas más ingeniosas son, por lo general, las mejores en sacar su defecto hacia adelante, es decir, aprender de lo que salió mal.
Colón insistió en que el mundo era redondo, pero no llegó a América en su primer intento. Y, por supuesto, los hermanos Wright afirmaron que volar era posible y casi se matan tratando de hacer que suceda. Pero sus fallas las llevaron adelante y se convirtieron en los padres de la aviación.
¿Sabías que Steve Jobs fue un fracaso en el lanzamiento de NeXT Computer- una falla de hardware, que la mayoría no lo recuerda porque él lo convirtió en un éxito de software?
El punto: El fracaso no es fatal, de hecho, realmente se requiere para la innovación con éxito, siempre y cuando no te asustes; o cometes errores catastróficos o (irónicamente) no puedes aprender.
Tienes que aceptar el hecho de que vas a fallar si buscas hacer el mejor trabajo, y tienes que asegurarte de que todos en tu equipo -y la empresa– lo entienda así también. Es necesario liberarlos de las limitaciones del camino de la perfección; no dejes que confundan bueno con perfecto. “La perfección es enemiga del progreso”.
La innovación es interactiva
La gran innovación, al igual que las grandes personas, por lo general no nacen: son el resultado del ensayo y del error.
Para que sucedan lanzamientos exitosos, un equipo debe estar de acuerdo con la premisa de que están empezando una idea medio-horneada, que puede fallar en su composición. Dile a tu equipo de que el verdadero fracaso es el temor de no poner en marcha una idea hasta que sea perfecta. En ese momento, otra persona podría adelantarse, o el mercado podría haber cambiado.
Fracasar es sólo una parte del viaje y un paso hacia entender las cosas.