Columna de Rodolfo Sommer
5 kilómetros
La adversidad es dolorosa y difícil, pero también fuente de desarrollo. Es una oportunidad para forjar sentido, empoderarse, provocar cambios, obtener logros y crecer en todo los ámbitos de la vida. Esta es mi vivencia desde el ámbito deportivo y de la salud, pero automáticamente extrapolable al ámbito laboral o personal.
La señal escrita con pintura blanca en el pavimento reza 5 kms. Después de más de 7 horas arriba de la bicicleta, 72 kms recorridos (de subida la mayoría y 400 en el cuerpo, de días previos), 3.172 mts de ascenso total y 3.386 calorías invertidas, uno no sabe distinguir bien si 5 kms restantes es una buena o una mala noticia, primera paradoja.
Voy solo y se nota. Los 34°C del llano se han convertido a estos 3000 mts de altura en poco menos de 10°C. La poca ropa que llevaba ya está puesta y la poca agua que queda hay que hacerla cundir. 5 kms para completar dos subidas seguidas hacia el Passo dello Stelvio, la mítica escalada de los ciclistas de ruta en los Alpes italianos, una subida por la pared sur, desde Bormio y la segunda por la pared norte desde Prato allo Stelvio.
Créanme que entiendo que esto no es una hazaña de la cual vanagloriarse especialmente. No después de haber visto a Nairo Quintana subirla como si fuera en moto en el Giro que lo consagró y, sobre todo, considerando que mis compañeros de ruta me llevan más de una hora de ventaja. Pero para un alfeñique del deporte como yo, cuyo prontuario médico en la clínica pesa varios GB, incluidos un tumor en el fémur, yesos por esguinces de tobillo incontables (porque de verdad perdí la cuenta) y muchos otros padeceres más. Para un mequetrefe del deporte como yo, que era de los últimos en ser elegidos para las pichangas escolares o que llegaba siempre vomitando a los 12 minutos del Test de Cooper, créanme, para mí estos 5 kms que faltan son los más duros, pero también los más felices de mi esquelética vida deportiva.
La marca en el pavimento reza 3 kms. Se ha puesto a caer agua-nieve y sopla una brisa helada. No veo la cima todavía, solo curvas en ascenso. ¡La gradiente no baja de los malditos 10°! Segunda paradoja, los italianos numeran las curvas en orden descendente y no ascendente como en Chile…obvio. Dejo de buscar con la vista la cima, me concentro en el camino, a Ithaca llegamos todos, lo importante es el viaje.
Con la neurona que me queda me doy cuenta que lo relevante aquí no es contra qué estándar uno se mide (uno mismo, por favor) sino que por encima de todo, entender de donde viene la fuerza que está permitiendo cada vuelta adicional del pedal. Cada empujón, cada giro del pedal, se logra con cada Test de Cooper que no terminé, cada golpe del cincel sobre el fémur, cada doblada de tobillo, cada vez que no llegué a la cima, en fin, con cada vez que puse todo el corazón en algo y no resultó, cada error, cada pena, cada sufrimiento. Cada decepción, cada frustración se acumula en mis piernas para dar el siguiente impulso; cada derrota, cada fracaso se sintetiza en cada nueva bocanada de aire que me permite avanzar 10 mts más. Tercera paradoja: cada pedaleada es el recuerdo vivo de una experiencia que hubiera preferido no vivir, pero que hoy me hace más fuerte y me ayuda a avanzar los kilómetros que faltan.
Tengo poco oxígeno, pero me alcanza para cantar, “aunque te abraces a la luna, aunque te acuestes con el sol…”.
¡La marca en el pavimento reza 300 mts!!! Los últimos metros, los más increíbles. Me siento, primero que todo: ¡agotado! Pero a la vez feliz, de alguna manera, liberado, liviano. La solitaria sinapsis que aún se conecta me hace tomar conciencia que estoy más vivo que nunca, que todos los fracasos y angustias que alguna vez viví, los pude transformar en energía positiva, en fuerza creadora en pro positividad para alcanzar objetivos. Porque como dice mi querida mentora ciclística: “A Modid!!!”. Cuarta paradoja: hay que morir para vivir.
Me espera mi mujer con un enorme abrazo y un chocolate caliente, con la indecible alegría de haber compartido desde el corazón este ascenso conmigo. Y así, sintiéndome contenido, querido, liberado y feliz nos subimos a la camioneta para regresar al Hotel porque por hoy, por favor, ni un kilómetro más!!
Rodolfo Sommer U.
Gerente General / Socio Fundador de SommerGroup®